Foto: Jassir Eljach
Los angelitos de la Cartagena olvidada, caminan descalzos por un sendero rocoso bifurcado por la ruta hacia la gloria o la muerte, arriesgando en cada paso su única provisión: el tesoro de su inocencia.
Foto: Ana María Cuesta
Desde el seno familiar inicia el primer tramo para muchos infantes, que se ven permeados por el flagelo de la violencia.
Foto: Ana María Cuesta
Cuál burdo será el sendero que los niños se ven sumidos, casi adomados en función de la satisfacción y el placer de unos cuantos desgraciados.
Foto: Ana María Cuesta
Los angelitos de la Cartagena olvidada, caminan descalzos por un sendero rocoso bifurcado por la ruta hacia la gloria o la muerte, arriesgando en cada paso su única provisión: el tesoro de su inocencia.
Foto: Ana María Cuesta
Desde el seno familiar inicia el primer tramo para muchos infantes, que se ven permeados por el flagelo de la violencia.
Foto: Ana María Cuesta
Cuál burdo será el sendero que los niños se ven sumidos, casi adomados en función de la satisfacción y el placer de unos cuantos desgraciados.
Foto: Ana María Cuesta
En ocasiones con los desastres, es la misma naturaleza la que se encarga de obstaculizar el camino de los infantes; sin embargo lo más turbio por lo que pueden atravesar es obrado por la mano del hombre.
Foto: Jacqueline Avilez
Sin importar su destino, los angelitos de Cartagena se sentirán en la gloria mediante juegos y diversión, sin distinción entre el más fino campo o el más pestilente de los caños.
La serpiente traicionera aparece incontables veces en el periplo de estos niños, ofreciéndoles la dulce tentación que desvanece sus espíritus inocentes.
Foto: Jassir Eljach
Pocos infantes cuentan con la gracia de un hogar digno al que refugiarse en su larga travesía. El camino de la vida extenso y hostil es para los infantes del verdadero "corralito".
Foto: Ana María Cuesta
La serpiente traicionera aparece incontables veces en el periplo de estos niños, ofreciéndoles la dulce tentación que desvanece sus espíritus inocentes.
Foto: Jassir Eljach
Pocos infantes cuentan con la gracia de un hogar digno al que refugiarse en su larga travesía. El camino de la vida extenso y hostil es para los infantes del verdadero "corralito".