Si tienen alguna duda abajo está la crónica "Ángeles por un día", o bien pueden mirar el video en http://blip.tv/file/424239/
viernes, 12 de octubre de 2007
Abba Padre
Si tienen alguna duda abajo está la crónica "Ángeles por un día", o bien pueden mirar el video en http://blip.tv/file/424239/
miércoles, 10 de octubre de 2007
Pretensión audiovisual en proceso
Ame lávate antes, hiedes. Por cierto ten cuidado con los sobres. Gerardo abandonó la habitación.
Vistiendo tan rápido como pudo obedeció al patrón. Más que un deber ya era un vicio en ella.
Negociando con el taxista se dirigió hacia su destino abandonando por un instante la maleta en el asiento trasero; muy alerta con los escorpiones de la calle, se bajó dos cuadras antes. Fumándo un Marlboro y con chorros de sudor en la frente atravesó la plaza de San Pedro rumbo a la casona adyacente a un local de artesanías de la calle San Juan De Dios, en la que Miranda esperaba. Ésta última tenía deseos de culminar su anterior encuentro, aquel que la dejó con un sabor a mierda y que sin embargo repetiría dos veces más. Ambas pactarían un negocio recíproco, en el que la sorpresa era la constante.
***
Cuando por fin coincidieron las miradas, sus pupilas se inmovilizaron por la imagen angelada de Miranda, dejando en ella desde el primer momento un recuerdo permanente, intangible. La voluptuosidad y belleza de la expectante postrada en el portón viejo intimidaron a Amelia, no por la vil envidia y deseo que despierta esta diosa en efes y emes, sino por su perfección lograda por un trabajo artístico y magno de la cirugía, en simbiosis de una particular gracia, que se descomunó ese día.
Una vez al interior de la casa, el silencio fue cómplice hasta que Amelia desabrochó su maleta.
-Sólo espero que no seas tan seca hoy. Relájate conmigo, ven. Dijo Miranda.
-No me toques. Pronunció tomando distancia de aquel ángel que poco dista de una bestia. El ambiente estaba tenso y por la prisa que acompañaba a Amelia, Miranda permitió la transacción sólo por observar comportamientos dominantes en su médico. Le excitaban las dominatrices, de vez en cuando las contrataba.
Omitiendo la sugerencia, Amelia procedió a inspeccionar el cuerpo de Miranda, específicamente en la zona de su última intervención. Su piel escoriada por el bisturí ya mostraba sezgos de naturalidad; la cicatrización era un éxito. Entre la esterilización y la preparación de las ampollas el tiempo se escapaba ágil.
Miranda nerviosa por una respuesta agresiva se debatía entre sus pensamientos y sus impulsos. Su corazón delator dudó demasiado para al final aprovecharse de un descuido del médico. Introdujo la mano en sus pechos.
Yo se que no es así. Y sé que aún te mojas pensando en mi sexo, en las veces que te cogí y que fuiste mi cómplice. No puedes evitar pensarme cuando estas con otro tipo.
Al unísono de las palabras, ambas se pusieron en pie. Ahh carajo, eso te duele; tú muy bien sabías desde un principio que cogías con una loca, que mientras estaba haciéndolo contigo pensaba en cualquier pene. No puedes aceptarlo.. cuando andabas con el turco eras una enfermita infeliz.. te duele aceptar que un marica te complacía.