martes, 13 de noviembre de 2007
viernes, 12 de octubre de 2007
Abba Padre
Si tienen alguna duda abajo está la crónica "Ángeles por un día", o bien pueden mirar el video en http://blip.tv/file/424239/
miércoles, 10 de octubre de 2007
Pretensión audiovisual en proceso
Ame lávate antes, hiedes. Por cierto ten cuidado con los sobres. Gerardo abandonó la habitación.
Vistiendo tan rápido como pudo obedeció al patrón. Más que un deber ya era un vicio en ella.
Negociando con el taxista se dirigió hacia su destino abandonando por un instante la maleta en el asiento trasero; muy alerta con los escorpiones de la calle, se bajó dos cuadras antes. Fumándo un Marlboro y con chorros de sudor en la frente atravesó la plaza de San Pedro rumbo a la casona adyacente a un local de artesanías de la calle San Juan De Dios, en la que Miranda esperaba. Ésta última tenía deseos de culminar su anterior encuentro, aquel que la dejó con un sabor a mierda y que sin embargo repetiría dos veces más. Ambas pactarían un negocio recíproco, en el que la sorpresa era la constante.
***
Cuando por fin coincidieron las miradas, sus pupilas se inmovilizaron por la imagen angelada de Miranda, dejando en ella desde el primer momento un recuerdo permanente, intangible. La voluptuosidad y belleza de la expectante postrada en el portón viejo intimidaron a Amelia, no por la vil envidia y deseo que despierta esta diosa en efes y emes, sino por su perfección lograda por un trabajo artístico y magno de la cirugía, en simbiosis de una particular gracia, que se descomunó ese día.
Una vez al interior de la casa, el silencio fue cómplice hasta que Amelia desabrochó su maleta.
-Sólo espero que no seas tan seca hoy. Relájate conmigo, ven. Dijo Miranda.
-No me toques. Pronunció tomando distancia de aquel ángel que poco dista de una bestia. El ambiente estaba tenso y por la prisa que acompañaba a Amelia, Miranda permitió la transacción sólo por observar comportamientos dominantes en su médico. Le excitaban las dominatrices, de vez en cuando las contrataba.
Omitiendo la sugerencia, Amelia procedió a inspeccionar el cuerpo de Miranda, específicamente en la zona de su última intervención. Su piel escoriada por el bisturí ya mostraba sezgos de naturalidad; la cicatrización era un éxito. Entre la esterilización y la preparación de las ampollas el tiempo se escapaba ágil.
Miranda nerviosa por una respuesta agresiva se debatía entre sus pensamientos y sus impulsos. Su corazón delator dudó demasiado para al final aprovecharse de un descuido del médico. Introdujo la mano en sus pechos.
Yo se que no es así. Y sé que aún te mojas pensando en mi sexo, en las veces que te cogí y que fuiste mi cómplice. No puedes evitar pensarme cuando estas con otro tipo.
Al unísono de las palabras, ambas se pusieron en pie. Ahh carajo, eso te duele; tú muy bien sabías desde un principio que cogías con una loca, que mientras estaba haciéndolo contigo pensaba en cualquier pene. No puedes aceptarlo.. cuando andabas con el turco eras una enfermita infeliz.. te duele aceptar que un marica te complacía.
martes, 25 de septiembre de 2007
Matrimonio Gay en Colombia ¿Derecho bendito o profano?
La legalización de la unión gay en el país ha sido punto de torque entre los apocalípticos que creen en la toxicidad de este grupo, y aquellos que encuentran en esto el reconocimiento socio cultural y jurídico de un sector, que no ha gozado plenamente de los derechos y garantías que reposan viles en la carta del 91.
La aceptación de este proyecto es apenas un logro para el gremio gay. Es un paso gigante que ha puesto en evidencia el racismo y exclusión que se vive en una patria amparada por una moral barata.
Si bien es cierto, la religión y cultura compartida han impuesto un modelo de sociedad ideal, regida por preceptos que determinan la estabilidad del sistema social, equilibrando libertades, privilegios y obligaciones. Dicho sistema subleva la guerra, exalta el amor. Por qué no concebir entonces que un par igual se enamore, que vivan felices a plenitud ¿Por qué oprimirlos? ¿Para qué impedir su felicidad? ¿Por qué tanta homofobia? ¿Acaso no somos todos semejantes constitucionalmente y ante los ojos de Dios?
En un país destacado por las libertades de expresión, culto, y libre desarrollo de la personalidad, todavía existe irónicamente una hegemonía cristiana -opositora ante la unión gay- de gran influencia moral y política, y cuya relación con el estado es similar a la de un matrimonio: contrato provechoso para ambas partes. El gobierno ignora a veces a su mujer con temas tan “triviales” como la guerra, y se reivindica con otros. A lo mejor un día de estos se separan con eso de sus disputas convenientes.
No soy defensora de los gay, ni tampoco opositora al cristianismo. Como católica creo que debería existir un consenso desde la religión para la aceptación de este grupo social, atendiendo a su gran influencia en las masas colombianas.
El estado de igual forma debería aceptar de una vez por todas el matrimonio gay, no como un cinismo, sino como el otorgamiento de un estatus con el objeto de permitir la constitución de uniones y familias homoparentales estables, y de eliminar toda forma de discriminación y prejuicio hacia los homosexuales.
Mi único temor sobre el matrimonio gay va enfocado a la crianza y adopción de niños, paradigma asociado a la madre, no porque crea que la orientación sexual de los padres influya negativamente en los hijos, sino porque en Colombia aun se piensa que para proteger la familia heterosexual y reproductiva - que garantiza la supervivencia de nuestra especie-, es necesario desautorizar los derechos de este tipo de unidad familiar. Por lo tanto se da cabida a la censura y una vez más al círculo vicioso de la discriminación sexual.
Estoy completamente segura que los homosexuales pueden llegar a ser buenos esposos y buenos padres, sin embargo contemplo más lejana la segunda posibilidad.
La bomba está próxima a detonar. El estado ya cedió a la aceptación de la unión homosexual, ahora falta que establezca el matrimonio, bendito por Dios o no.
domingo, 2 de septiembre de 2007
Video del mes
jueves, 30 de agosto de 2007
Un trip en buseta
Aquella señora bronceada y regordeta que por más que no quiera recuerdo, subió al latón tecnicolor, de por sí atestado, con media arepa e' huevo en la diestra y con siniestro escándalo, corrió gelatinosa desde una fritanga, negociando el pasaje que al fin pagó con la moneda grasosa que rebuscó, luego de embutirse, entre su estriado vientre agredido por una licra curtida y unos perniles venosos, quienes en un zigzagueo de “La Pechichona Vol. II” ambientado por una oda a “la rajita”, se embriagaron suplicando mantener a su dueña en pie, que con un gonorrea! lamentó la ausencia de tubo bacteriano, postrando su mano cómodamente en mi sacro trasero, sin siquiera percatarse de la invasión, tal vez por la confusión con algún cojín o por el glaucoma que tendría seguramente por exceso de triglicéridos.
Lo que más le inquietó al pobre no fue sólo el agravio. Su piel de índigo fue usada como servilleta cancerígena a punto de hacer metástasis, pues hirvió en el hediondo sudor emanante de un compacto de carne, sumergida en un perol de ventanas de emergencia, que abandonaría próximo a la India Catalina.
Qué complicado es el transporte público. Me irrita aguantar casi a diario no sólo la viscosidad de nuestra piel insolada, sino los olores a zorrillo muerto, y la humedad intrigante que hay sobretodo en buses como La Pechi, que a fin de cuentas, no son más que “picós” frustrados. Martirio obligado para el Cartagenero que sale estricto.
***
El cachaquito que ayudaba al conductor no daba la impresión de sparring. Permanecía anémico y erguido en su puesto limitándose a cobrar, con cara parasitaria, los mil pesos que anunciaban verdes carteles de misericordia. De repente el chico se levanta y me dice recogiendo un cartón “mama ábrete”. Le di permiso. Y se paró en la puerta principal colgándose con un ademán del tubo exterior.
Suspendido por varios segundos en la intemperie de un tráfico violento, el niño enseñó con picardía el dedo del corazón al conductor de otra ruta Socorro-Jardines, iniciando un grand prix en la autopista Pedro De Heredia, aferrándose más y más al tubo mientras mayor velocidad ganaba La Pechi. En ese lapso, el cachaco champetudo intercambió hijueputazos cariñosos con el conductor bigotudo, que se perdió del camino cuando dos mototaxis se le atravesaron y una de ellas templó en un angelito de Transcaribe. Nojodaaaaaaaa! Tas mamaooooo se le escuchó al sparring que al vislumbrar su destino, dio un salto de gracia cual puma, que lo coronó como ganador del circuito de Bazurto, el reloj de control.
***
La buseta se estaba desocupando, había timbrado tarjeta y andaba un poco lenta. Logré sentarme al lado de un señor silencioso, pensativo, hediondo a cigarro. Sus arrugas se retorcían extrañamente, qué le ocurriría? Lo ignoré por completo, y me fijé en el cardumen de jovencitos bachilleres que se bajó en el reformatorio. Sólo se quedó la niña con el mechón ondulado que tapaba la línea donde debían ir sus cejas, y hacía muecas con sus labios engrasados a un tipo de unos treinta años, quién se postró a su lado, y susurrándole algo la convenció, o no estoy seguro si ella a él, pero era evidente que se desconocían. A los cinco minutos la pareja timbraba. Puente de Bazurto. Imagino. Flower Hill. Aquel hostal del que tanto nos reímos en la universidad. Quedé atónita, yo no fui tan precoz. Sentí de repente un olor a metano. ¿Mi compañero tensionado o el aroma del mercado?
***
Ya era poco lo que me faltaba para huir de la Pechi Volumen Dos. En ella los rostros convergían en una emulsión cultural, situacional, cada individuo con su historia personal. Yo protagonista. Se varó el bus. Varios pasajeros reclamaron por su pasaje. El pobre y amargado conductor dijo que nos montaría en otro vehículo de la misma ruta. Casualmente en ese instante pasaba “La sensación del bloque”. El conductor le hizo seña para un trasbordo, a lo que su semejante le respondió con señal de pistola, la misma que se hace con el dedito que palpita. Ésta era la buseta del bigotudo que había perdido la carrera hasta el reloj. “Estás mamaoooo”, gritó el sparring de trenzas.
***
jueves, 21 de junio de 2007
Antología De La Infancia
Los angelitos de la Cartagena olvidada, caminan descalzos por un sendero rocoso bifurcado por la ruta hacia la gloria o la muerte, arriesgando en cada paso su única provisión: el tesoro de su inocencia.
Foto: Ana María Cuesta
Desde el seno familiar inicia el primer tramo para muchos infantes, que se ven permeados por el flagelo de la violencia.
Foto: Ana María Cuesta
Cuál burdo será el sendero que los niños se ven sumidos, casi adomados en función de la satisfacción y el placer de unos cuantos desgraciados.
Foto: Ana María Cuesta
En ocasiones con los desastres, es la misma naturaleza la que se encarga de obstaculizar el camino de los infantes; sin embargo lo más turbio por lo que pueden atravesar es obrado por la mano del hombre.
Foto: Jacqueline Avilez
La serpiente traicionera aparece incontables veces en el periplo de estos niños, ofreciéndoles la dulce tentación que desvanece sus espíritus inocentes.
Foto: Jassir Eljach
Pocos infantes cuentan con la gracia de un hogar digno al que refugiarse en su larga travesía. El camino de la vida extenso y hostil es para los infantes del verdadero "corralito".
domingo, 10 de junio de 2007
lunes, 7 de mayo de 2007
Ángeles por un día
Realmente no fue un solo día. Cada domingo asistiendo al culto de “Papi” resultaba igual. Ni siquiera el traje elegante y el cutis grasoso de este señor cambiaron “calqueo” tras “calqueo”. Tampoco sus reclamos hacia el Papa o sus juicios homofóbicos a los sacerdotes católicos.
La ceremonia semanal del ministerio Creciendo en Gracia, que se celebra los miércoles en la noche con transmisión en directo y repetición el domingo temprano, reúne en un modesto salón del Hotel San Nicolás a un virtual seudo Cristo con su rebaño aproximado de trescientos cartageneros.
Jesucristo hombre, el anticristo o José Luis De Jesús Miranda, mejor conocido por sus fieles como “Papi”, se manifiesta en la ciudad a través del “Video Beam” con un discurso homogéneo y peyorativo de la religión, emanante de su húmedo rostro insinuado por la frente alopécica aplacada constantemente con un pañuelo fino; que bien combina con las esclavas, anillos y toda la lujosa indumentaria que asegura proviene del amor de sus seguidores.
Sin más preámbulos, en las siguientes líneas conocerán la experiencia de cinco aprendices de la comunicación social preocupados por los estragos culturales de la globalización, sumergidos en la peculiar ceremonia de Creciendo en Gracia en instantes similar a una barra brava.
Mamita rica!
Caminando juntas e indefensas por la plazoleta de Telecom a eso de las 10 AM próximas a entrar al hotel, las niñas del grupo fueron víctimas de acosos sexo-textuales propinados por hombres de aspecto popular, edades oscilantes entre los veinte y cuarenta, vocabulario desmedido, y casualmente miembros del ministerio.
“Uyyy diosas, mamitas ricas, están como pa’...”, decían estos sujetos cuyos ojos lujuriosos por desgracia las volvían a mirar con la misma intensidad durante el inicio de la ceremonia. Jassir y Mauricio poco hicieron para defenderlas, pues abstraídos ante un colectivo que afirma no ser pecador basados en un nuevo pacto bíblico – luego de la crucifixión de Cristo el pecado fue erradicado de la tierra por completo- es mejor atenerse a la tolerancia. Los cinco muchachos jugaban de visitantes contra un oponente sumamente radical, que por cierto presentaba abiertamente una apatía contra la prensa y los medios de comunicación tradicionalistas.
Al ingresar al segundo piso de San Nicolás, se percibe un ambiente bastante popular. Un olor penetrante en ocasiones a comida rancia, las paredes brillantes entre el acrílico y la mugre, la repartición inadecuada del espacio; baños próximos a un humilde “lobby”, pasillos estrechos, y un comedero atestado de huéspedes cachacos en una mixtura con los hijos de José Luis, que por cierto miraban con recelo a los aprendices que acudieron a la investigación de su ministerio.
Ángeles vulgares
Un centinela de mediana estatura con aspecto grotesco simulado por su expresión de rudeza, de traje entero y lentes oscuros que quizás oculten su mirada inquisidora, es quien cuida el ingreso a la ceremonia, revisando con el uso de un detector los cuerpos y objetos de los asistentes, dejando siempre manifiesto en su cuello el tatuaje “salvos siempre salvos”, 666.
Inmediato al centinela generalmente colindan un par de señoras maquilladas cual festejo que reciben a la congregación con un apretón de manos, una sonrisa generosa y las palabras sacras “Bendecido seas hermano mío. Tú eres un ángel de gracia”. ¡Barbaridad! expresaba Jacqueline indignada por su supuesta impecabilidad y su nuevo status angelical. El grupo tuvo el honor de compartir durante varios días con los sujetos más perfectos de Cartagena, los creadores de la súper raza.
Una vez superado el proceso de vigilancia y santificación, se recomienda a los jóvenes que en los siguientes noventa minutos que demora el culto utilicen el yelmo y la armadura, para neutralizar la habitual oleada ultra ofensiva contra el periodismo y los sectores católico-evangélicos, que vociferan estos ángeles vulgares.
Oh’ sorpresa
Parece ser que todos los hijos de Miranda se conocen entre sí. Quizás por eso los cinco aprendices nunca pasaron desapercibidos. Sin pretensiones de clasismo, ellos se cuestionaron con frecuencia sobre el tipo de personas que acudía al culto de Jesucristo hombre; por ello, aquel miércoles en el que encuestaron a varios “gentiles”-o incircuncisos, supuesta iglesia levantada por el apóstol Pablo, que no sigue los preceptos de la ley, equivaliendo a validar el pecado- se llevaron una gran sorpresa.
Abogados, fotógrafos, comerciantes, músicos, médicos, niños, universitarios, ancianos, desempleados, todo tipo de gente, pertenece al ministerio. Pero cómo pueden creerle a este farsante? Es lo que se preguntaría un cristiano del común. Lo cierto es que los hijos de Miranda aparentan mucha convicción ante su fe, hasta el punto del fanatismo, como el que refleja un joven con el 666 tatuado en su frente. Estas son personas como tú y como yo, algunas con dificultades económicas, otras con excelentes niveles de vida, incluso la mayoría con cierto grado de escolaridad. Lo que los une con Miranda no es producto de un engaño, ni de una conspiración satánica; es el amor y la identificación que han logrado con su líder. Abba Padre!
Hora del show
Sí, show. Cuando inicia la ceremonia se siente un ambiente festivo pero a la vez solemne. Los encargados de la transmisión han enlazado la señal con Miami. El video Beam comienza a entretener. Aparecen imágenes de un coro ‘gospel’ liderado por Martita Roca, la superestrella del ministerio, que incluso grabó la película “Love for rent” (Amor en alquiler). Los asistentes se estremecen al unísono de las alabanzas. Bailan, aplauden, ríen, cantan, miran al cielo raso, se abrazan, pero lo más gracioso es el ruido que hacen simulando encontrarse que sé yo, en un partido de fútbol o imitando a un perro. ¡Júuu, Júuu, Júuu, júuu! Aún hoy los cinco investigadores no han podido comprender la magnitud de esa expresión inusual de alabanza, que se oye ininterrumpidamente en la ceremonia curiosamente vociferada solo por hombres. La anterior sesión inicial demora alrededor de media hora.
Inmediato a la bienvenida ‘gospel’, si es miércoles prosigue el apóstol de apóstoles Rafael Encarnación (en pantalla), si es domingo el pastor local Oscar Urueta (personalmente). Ambos informan sobre las cuestiones importantes del ministerio, entre otras buenas nuevas como “hermanos aplaudamos por el saboteo que le vamos a hacer al perro de Maledicto (Benedicto) en Brasil” o “En X pueblo colombiano han quitado la señal de Enlace para pasar la de Telegracia”. Por lo general también reproducen un video semanal de cualquier reportaje periodístico relevante, la mayoría de oposición, generando en la congregación sentimientos repulsivos contra la labor periodística. Desde este punto los aprendices empiezan a incomodarse.
Sembrar para que la palabra corra
Sembrar es para los Creciendo en Gracia, lo que la paz es a los católicos. Es la máxima expresión del amor hacia su Dios hombre. Las mismas señoras emperifolladas que santificaron al ingreso a los chicos, los excluyeron después de la siembra. “Y qué buena exclusión” expresó Ana María. La siembra no es más que la repartición de un sobre, con el que los fieles demuestran cuantitativamente cuanto aman a su Dios. El momento de sembrar es tan importante para este ministerio que inclusive emplean la siembra “online”, para aquellos que “calquean” desde sus computadores, y deseen consignarle a “Papi” mediante sus cuentas bancarias o tarjetas de crédito.
“Dios se encarna en la vida de nuestro Apóstol José Luis De Jesús Miranda para recibir los diezmos de sus hijos…”, asegura Urueta.
Calqueo
El diccionario de la Real Academia de la Lengua española no contempla este término. Acuñado por Creciendo en Gracia para designar la ministración de la palabra, el calqueo contempla la prédica semanal que realiza el hijo del hombre en vivo y en directo, en la que destaca citas bíblicas de su evangelio permitido –incircunciso- interpretándolas a su manera en pleno contraste con la actualidad –descontextualizando los libros que se hicieron en aquellos tiempos-, con el fin de crear imaginarios colectivos que cimenten su ideología.
Era la primera vez que acudían a la ceremonia. Sensaciones temerosas invadían sus cuerpos. El pastor conocía de antemano el motivo de su visita. Por ello la incertidumbre de si el calqueo emitido aquel día fue programado o casual, emergió cuando abrumados se vieron juntos en la India Catalina esperando el bus. La imagen que de Papi se forjaron fue permeada por la violencia manifiesta en sus palabras independientemente de la certeza o yerro de su doctrina. Ese día el Anticristo estaba furioso con los periodistas porque conspiraban en su contra en Guatemala. Para colmo hubo un momento previo en el que Urueta invitó a que los nuevos asistentes se levantaran y expresaran el porqué de su presencia. Solamente Jassir se puso en pie. Los demás ahogados en pánico luego de escuchar vehementes ofensas en contra de sus creencias religiosas se abstuvieron. Ese calqueo fue recargado de sátiras al periodismo, quizás por ser el oficio de los cinco intrusos. Días después los chicos se dieron cuenta de que ese calqueo no fue provocado, pues José Luis casi siempre se refiere a lo mismo: Ofensas a sus opositores y una retórica egocéntrica casi proselitista de su ministerio.
Durante la ceremonia, más en el calqueo, los fieles usan con frecuencia las siguientes expresiones: ‘Lo recibo’, como una voz de apoyo. ‘Todo está bien’, que hace parte de su doctrina de confesión positiva. ‘Abba Padre’, en referencia a Miranda, teniendo ambas igual significado. Y el tan mencionado ladrido de perro que no sé como escribir, digamosle ‘Júu Júu Júu’.
La partida
Conocieron a Jesucristo hombre en el esplendor de su virtualidad. Para acercarsele no fue necesaria una oración en la almohada o buscarlo en el silencio. Para él eso es historia patria. Contactarlo hizo parte de un contrato económico. Solo bastó con ir a su sitio exclusivo de culto o conectarse a Internet. Sin embargo para toda su comunidad fiel encontrarlo a veces implica contribuir a su industria religiosa. Bajar sus enseñanzas, comprar sus DVD’s y producciones, sembrar para su ministerio, adquirir TV cable. Me pregunto cómo hará un indigente para acercarse a Neo Cristo. En fin.
jueves, 3 de mayo de 2007
La paradoja entre lo divino y lo oculto
Casos como el de Araceli*, quien en el 93 padeció un cáncer de mama diagnosticado no por la medicina sino por fuerzas incomprensibles para el estándar humano, son los que relativizan la actividad milagrosa.
Hoy con 65 años, ella agradece a Dios por tenerla con Mónica* su hija, y reza cada día por su protección pues aún cuando son fuertes de espíritu, reconoce que nunca falta aquel que quiera perjudicarlas, como lo hicieron en su tiempo con otros miembros de su familia que hoy reposan plácidos en los “Jardines de Cartagena”.
I. La montaña llegó a Mahoma
Araceli nunca sintió la enfermedad. Todo se dio por casualidad.
El punto de partida fue aquel sancocho en casa de Inés*, su cuasi hermana y cómplice laboral.
***
Usted se preguntará ¿Qué es eso de “hacer un trabajo”?
Cuenta Araceli –creyente de Cristo- que no hay que ignorar la existencia de la brujería, pues hay distintas facciones de la maldad.
“Un trabajo lo hacen hechiceros, brujos o cualquier persona con aptitudes esotéricas (ocultas), místicas (espirituales o divinas), o incluso demoníacas, con el fin de someter la voluntad ajena a lo que el solicitante desee”.
Desde ataduras de amor, hasta supuestos ataques y enfermedades. Lo que sea. Los precios varían según la severidad del asunto y la experiencia del brujo.
***
Sigamos con nuestra historia.
Ali incrédula aunque intrigada, no se inmutó por ayuda. Esta vez la montaña fue quien llegó a Mahoma. Pasó un mes. Sentada en su terraza, bromeó como de costumbre con una vecino-amiga que pasaba casualmente acompañada.
Una de ellas tuvo sed y desde la esquina retornaron a pedir agua. Araceli trajo el vaso. “No. Tráigalo en un vaso de cristal transparente y al clima” respondió la señora. Ali comenzó a disgustarse pero le buscó el agua a la atrevida. “Gracias”, dijo aquella extraña mujer, que se convertirá desde aquí en pieza clave de esta historia.
II. La sangre llama
Días después Claribeth* acudió donde Ali y se encerraron a solas.
“Araceli –dijo ella en tono serio- la señora de aquel día está preocupada por ti. En ese vaso de agua vio una enfermedad, que si tú no actúas a tiempo, no conocerás a tus nietos. Dijo que quería verte. Vamos amiga es por tu bien”.
Araceli se inquietó. Dos veces no es coincidencia.
Recordó además que cuando su padre murió por problemas mentales –demencia- alguien mencionó a su madre que no fue accidental. Todavía no era su hora, se la provocaron.
***
Lo primero que hicieron al llegar a Turbaco fue enclaustrarse con Manto.
“Viniste” dijo al tiempo que se desnudaba, para que las dos señoras comprobaran que no escondía nada.
“Quitate la ropa”. Asustada asintió. Claribeth buscó una palangana con agua, un paquete de algodón y cigarrillos.
Manto inspeccionó pronunciando un rezo el cuerpo desnudo de Ali.
Detectó el problema en el seno derecho. Inmediatamente con una bocanada de humo, alzó el seno y dispuso debajo un pedazo de algodón, que Ali recuerda blanco.
Pasó casi una hora.
Sorprendentemente el algodón emergió empapado de sangre. Una sangre casi negra y abundante, que emanaba a borbotones tiñendo la palangana de rojo intenso.
“Usted tiene cáncer en este seno, pero si va al médico y se opera, probablemente morirá. Espere mi ayuda y con el favor de Dios se podrá operar”.
Palabras mantianas que iniciaron un calvario.
***
Manto visitaba ahora a Araceli, al tiempo que ella acudía donde médicos que por cierto no detectaron su cáncer. Solo José*, el hermano menor especializado en ginecología y obstetricia, pudo localizar la masa quística infectada que constituía el problema. La sangre llama. Durante un tiempo Ali alternó las quimioterapias requeridas y las terapias de manto. Recuerdo que perdió su cabellera, y el brillo de su mirada se opacaba progresivamente, pues Ali pertenece a mi familia.
Dice Ali que en su última visita Manto le extrajo de su seno, como especie de ratoncitos recién nacidos. Era algo repugnante. “Otro día –cuenta- del mismo seno salió un sapo, y una cantidad de rarezas que uno no sabe si creer reales o ilusiones del momento”. Al extraer todos esos seres, Manto aseguró que ya estaba lista para operarse satisfactoriamente. No seria necesario amputar todo el seno, pues lo infectado correspondía a una porción mínima.
-Confío en ti… ¿En Dios o en Manto?
III. Dios Vs Hombre
Al abrir sus ojos y restablecerse de la cirugía, Ali se percató de la ausencia de su seno derecho. Lloró.
Le agradeció al creador por su vida.
José su hermano que participó en la intervención, decidió amputar todo el seno previniendo lesiones futuras y la incomodidad sensible en la porción que quedaría del mismo.
Ali se acostumbró a su nuevo cuerpo. Perder un seno es difícil para toda mujer. Lo superó distinto, pues no atendió a los complejos estéticos y afectivos que sentiría cualquier fémina, al considerar que los hombres se ahuyentarían ante medio busto. Ella sabía lo que quería y tenía, por eso la aprobación y afecto de un padrastro para su hija, no fue menester para sentirse y realizarse como mujer.
De esta experiencia, Ali atribuye su vida a un milagro pues está convencida que hubo una intervención divina.
***
Si bien el esoterismo y lo oculto cobraron parte de la historia, no podemos ignorar –los que creemos- el papel de Dios, juez absoluto que dispone sus instrumentos –como la ciencia o la medicina- a disposición de su voluntad.
Según la palabra, el dúo oculto-divino no es compatible “No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia. Ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos” Deuteronomio 18; 10-11.
Algunos hombres desean emular a Dios, decidiendo sobre el futuro y la voluntad ajena por medio de trabajitos, hechicerías, aseguranzas, santerías etc. Que la gente confunde con milagros.
Actualmente Araceli como servidora de Dios, reconoce que falló al entregar su enfermedad en manos del hombre y no propiamente de Cristo.
“Espero que mi testimonio, los haga creer y sobretodo respetar a Cristo, quién es el único que los ama”.
Por mi parte no creo en lo casual, ni en brujos, ni en mística. Yo también creo en Cristo y sus milagros.
Y tú querido lector ¿En qué crees
El último baile de Cristo
Abstraídos desde el Domingo de Ramos hacia una dulce cruz, los difuntos guardaron fidelidad al itinerario de la semana mayor. El lunes, otros más ocupados el miércoles, iniciaron un periplo hacia su santo sepulcro. A diferencia de Cristo, todos resucitaron con guayabo.
“Esta semana de santa no tuvo nada”
Jesús se marchó bailando
El panteón de viernes en el parque de Bruselas irritó la morada de Tomás Rodríguez, pasajero estelar que asciende al cielo a diario custodiado por la Virgen María y una legión de ángeles.
El único día en que esperaba ascender con Jesucristo por el vía crucis de las doce, Tomás Rodríguez de cabellos nevados, arrugas que dibujan 95 años de tranquilidad, y pupilas lejanas, se encontró con la mortandad organizada por su languidezca vecina Dalia Morales, la popular Matrona de la calle Abadía Méndez.
Los dioses paganos se transfiguraron en los cuerpos sudorosos y flácidos que se estrujaron mutuamente al unísono del picó.
“Si Bruselas despidió a Jesucristo con un aparato bullicioso del demonio, qué tiene de malo que yo lo despida en oración con una copa de whisky?”.La fuerte bebida que se convertiría en el aliciente de Rodríguez desde que inició en la geriatría, lo acompaña a diario después de sus oraciones. “Tomo tres copas mañaneras para matar las lombrices. Tres al medio día como aperitivo, y tres en la tarde por cuestiones sociales, ya que llegan a visitarme mis amistades y tengo que brindarles algo “.
Promesas de cambio y moderación se escuchan cuando cae el mes y Aurora llega con su libreta a cobrar un tercio de su pensión en Black Flags fiados.
Ese viernes, cuando cayó el ocaso y por acción divina descansó el picó, gran parte de los hombres yacían en su lecho de muerte. El espectáculo estaba por terminar. El hedor a alcohol impregnaba la noche en que los hombres se sacrificaron por Cristo.
Contrario a Jesús, ni las mujeres ni aquella virgen festiva postrada en el altar central del parque de Bruselas, derramaron una sola lágrima por los caídos.
La resurrección
Definitivamente cosas extrañas suceden. Adagios populares señalan que en el intervalo de la ascensión y la resurrección de Cristo se pueden cometer toda clase de pecados excusados en su ausencia. Para Tomás lo que les sucedió a las primas Marrugo, posterior a las tres de la tarde -hora del ultimo aliento de Cristo-, demuestra que Jesús no se ausenta del todo.
“El viernes santo del 65 donde las Marrugo, comenzaron un festejo cuando en esos tiempos estaba prohibido por la ley popular. Cómo será que en la radio solo tocaban canciones religiosas. Bueno, de un momento a otro estas mujeres se volvieron locas, empezaron a desnudarse, y a gritar que estaban poseídas por Satanás. Mi amigo Elois y yo, nos metimos en la casa de esas brujas, y encontramos a sus niños colgados boca abajo, totalmente desnudos. No nos cabe duda de que las Marrugo estaban poseídas por el demonio. Eso les sucedió por desafiar al viernes santo”.
Aquella mañana Bruselas no se parecía. El silencio estridente me incomodaba. Con la excusa de ir al baño, creyó que no me percaté de la botella escondida en aquella bolsa de manila. Mientras lo esperaba en la terraza saludé a Jose Gregorio, el menor de los hijos de La Matrona; el integrante de Los Esplendidos, lucía unos Ray Ban oscuros de marco fluorescente, y tomaba sigilosamente una sopa de mondongo con Gatorade. El abuelo estaba demorando.
-Quién, tu tío Rafael?
-No. Él todavía está durmiendo. Y tú para qué escondes la botella? Sácala.
Me mandó a buscar el inalámbrico. Se la pasa todo el día en su mecedora blanca llamando a larga distancia. Dicen que tenía una novia, una masajista. Le iba a regalar un celular. Desde que se dieron cuenta la terraza permanece con llave.
-Hable señor Tomás. La calle lo saludaba enguayabada.
-En mi juventud yo también caí.
-Cómo así?
-No se lo digas a nadie…. Pero a mi me excomulgaron de la iglesia.
-si tu tienes hasta una carta del Papa…
-Es verdad. Por estar bebiendo luego en la tarde del viernes santo, el sacerdote de Arenal nos excomulgó a mí, a los compadres y a los únicos tres policías que vigilaban el toque de queda.
-Quien sabe que estarías haciendo.
-Llegó la Reina Isabel!!!
Entró mi tía Nizla con su alegría contagiosa, unos panes para el Taita y un par de cervezas. Atrás llegaba Martha. Las setenta mecedoras de la casona solariega iniciaron un baile. Las Rondríguez, como las llaman jocosamente sus maridos, aparecieron con sus historias, sus cervezas y sus oracionales. Se despertó Rafael con el bullicio y su resaca. “velo ve, no estaba muerto andaba de parranda”.
Con una sonrisa gentil, el abuelo sacó de la bolsa marrón su botella de Black Flag, y brindó por la resurrección de Cristo.
ANA MARIA CUESTA